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194 SOBRE LA ETERNIDAD. un pecado, por un feo y abominable pecado á estar apartados de Dios , abominados de Dios, y castigados por Dios en el infierno por toda la eternidad ! Hombres justos, dichosos seguidores de la amable virtud, qué grande es vuestra felicidad en padecer por amor de Dios unos breves y momentáneos dias los trabajos transi- torios de la vida : en ser humildes, sóbrios , justos, castos, morti- ficados, laboriosos, veraces y caritativos, por ver á Dios para siempre : en frecuentar los santos sacramentos, en dedicaros á la oracion, en retiraros de los peligros del mundo, en cumplir fiel- mente las obligaciones de vuestro estado y de vuestro empleo, para alcanzar la eterna bienaventuranza ! Pobres pecadores, que tanto distais de la vida de los justos por no pensar en la eternidad, no alegueis la escusa de que ella es incomprensible, indefinible, y su- perior álos alcances de vuestra imaginacion y de vuestro espíritu: igualmente lo es para los justos : ellos tampoco la comprenden , ni pueden formar una idea cabal y exacta de ella; pero ellosla creen, y esta fé de su existencia les ocupa el pensamiento , y los mueve á obrar como justos. Ellos son religiosos para con su Dios, creen sus verdades , temen sus castigos, esperan sus recompensas, obede- cen sus preceptos, y aman su bondad : son caritativos con sus prójimos, los aman como hermanos, los miran como miembros de una misma cabeza que es Cristo Jesus, Dios y Hombre verdadero, y los socorren en sus necesidades espirituales y corporales, com- padeciéndose en sus trabajos, alegrándose en,sus prosperidades: son mortificados para consigo mismos, se niegan á los placeres criminales, ponen término justo al impetu de las pasiones, y viyen irreprensibles en sus costumbres. Esta fé viva de la eternidad: esta fé que obra por la caridad, les da la paz del corazon, la tranqui- lidad del alma , el dulce sosiego del espiritu que á vosotros, Ó po- bres pecadores , os falta, porque no vivís como los justos por la fé. No sereis confundidos en el tribunal de Dios, no sereís castigados por Dios porque no comprendíais la eternidad, sino porque ño la erelais, y por eso no pensabais en ella. No la creis ciertamente con una viva, activa y laboriosa, ó si la creíais con una persuasion lán- guida, tibia, y casi moribunda, vivíais abismados en vuestros desórdenes como si no la creyerais. Terrible pensamiento, señor- res, que yoos suplico entendais sin equivocacion. Acabo de decir á los pecadores que ellos no creen con una fé viva la existencia de la eternidad; porque si la creyeran, cómo era posible que vivieran de la manera que viven ? Esta era cabalmen-
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