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186 DE LOS PADRES DE FAMILIA. reprobacion sobre los malos hijos, y los padres omisos en la obli. gacion de darles buen ejemplo Qué tormento tan cruel para un padre al caer en el infierno, hallar en él un hijo que le recibe con esta espantosa imprecacion: Dios eterno ! Dios omnipotente ! ya no me quejo de vuestros decretos: ellos son justos, ellos son rectos. El virtuoso debe recibir premio y el pecador castigo. Justamente estoy condenado. Tampoco me quejo de vosotros, demonios, que con tanto furor atormentais mi infelicísima alma : no haceis mas en esto que lo que os manda el Todopoderoso. Quéjome, sí, de un pa- dre bárbaro, de un padre indolente, bebedor y vicioso: él me con- denó; él me perdió por falta de instrucciones, de castigos y de ejemplos. Perdidit nos paterna perfidia: parentes sensimus parrici- das. (4) Asi habla San Cipriano en nombre de los hijos en el intier— no; y abalanzándose ellos á sus padres les causarán un tormento espantosisimo mientras Dios sea Dios. Qué martirio tan nuevo y tan atroz para una madre en el infierno, cuando vea caer á su lado á su propia hija! Tú tambien , dirá, has venido á este lugar de ti- nieblas, de tormentos, desesperaciones, y de sempiterno horror y espanto ? Cruel, inhumana y maldita madre, tú tienes la culpa. Sí, responderá rabiosamente la hija : tú tienes la culpa. Jamás me hablabas del cielo, sino de la tierra. No del Criador, sí de las criaturas, no de la virtud, sí del vicio. Las modas, los cortejos, los bailes, los juegos, los teatros, eso aprendí de tí: esa ciencia del mundo me enseñaste con las palabras y el ejemplo. El pudor, la modestia, la humildad , la frecuencia de sacramentos, el retiro de los peligros, la aplicacion á las ocupaciones domésticas , para ser una mujer útil, una esposa fiel, una madre de familias edificante, fueron lecciones que jamás las aprendí de tí, porque nunca me las esplicastes. No fuíste madre mia , sino una homicida de mi inocen= cía cuando me permitiste la amistad de aquel jóven que me perdió: de aquel hombre que te visitaba y cuyos malos ejemplos yo imité: de aquel ministro infiel del divino culto, que á tí y á mí nos ense- ñó lo que siempre deberíamos haber ignorado. Infeliz madre! Des- dichada hija! Tú me mataste porque no me instruiste: tú me qui- taste la vida del alma , porque no castigaste los primeros desórde- nes de mi vida: tú me precipitaste en el infierno por los malos ejemplos que me diste. Von parentes sed peremplores, sic eos voca (1) S. Cyprian. lib. de lapsis.
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