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184 DK LOS PADRES DE FAMI1A. Oh padres y madres, qué felices seriais si asi lo practicaseis? Qué dulce seria para vosotros vivir en medio de una familia vírtuo- sa y llena del espíritu del cristianismo y del amor á su patria! Qué consuelo para los padres el ver crecer á sus hijos en la virtud, y verlos hasta lo último de sus dias caminar por las sendas de la jus- ticia y por la observancia de los preceptos del Señor! El verlos instruidos en los dogmas de la fé, en los preceptos de las costum- bres y en la práctica de las virtudes sociales que con sus mútuos socorros reunen las voluntades , congregan los espíritus, ganan los corazones y forman una sola familia de innumerables individuos! Qué alegría para vuestras almas al considerar que dejais en vues- ros hijos unos cristianos irreprensibles y unos útiles ciudadanos dentemente administrados llenan de honor y gloria á quien los admi” nistra. No propongo proyectos aéreos ó imposibles : teneis entre los de vuestra elevada gerarquía escelentes modelos de este pensamiento. La fábrica de loza fina del escelentísimo señor conde de Aranda no emplea útilmente muchos hombres en Aragon y en Madrid? La preciosa fábrica de algodon, que con graude complacencia de mi espíritu he visto esta- blecida en las montañas de Santander por el escelentísimo señor duque del Infantado, no nos promete el remedio de aquella provincia con lag muselinas, las cotonías , los pañuelos, las muselinetas y otras obras es- quisitas que allí se trabajan por aquellos naturales con el may or primor? Aquellos niños, aquellas niñas, aquellos jóvenes y doncellas, no ganan ya el pan virtuosamente? No son ya unos vasallos útiles al estado, los que sin aquel establecimiento serian gravosos á la nacion; ¡por no tener á qué aplicar los brazos ? Ay, mis venerados señores escelentísimos ; es menester no tener amor á la patria, para no manifestar el mas justo agradecimiento á los que de esta suerte fomentan su prosperidad ! Una carroza menos en las bodas de vuestros hijos, una pluma de diamantes que deje de gravar con su natural peso la cabeza de vuestras nueras, en nada disminuiria vuestra grandeza, y su producto, empleado en ca- sar una docena de jóvenes y doncellas de los empleados en vuestras fá- bricas,ó de los hijos y colonos de vuestros propios estados, que acom- pañasenel himeneo de vuestra familia, se sentasen aquel dia en vuestra mesa, y volviesen felices á sus pueblos, haria memorable su matrimo- nio y eterno. vuestro nombre. Qué dulce placer siente el alma cuando hace bien á sus semejantes ! Señores mayorazgos : si vuestro establecimiento es útiló perjudicia) a la nacion, podreis conocerlo por el bueno ó mal uso que hagais de vuestras rentas , por el estado de decadencia 6:de prosperidad en que se-

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