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DE LOS PADRES DE FAMILIA. 181 un vicioso: si la ¡madre es una soberbia, una inmodesta, una im- pura, qué aprenderán los hijos sino á ser deshonestos , bebedores, soberbios y araganes? Quit potuit filia discere de matre adultera, nisi domnum pudoris, decia el padre San Ambrosio. Qué podia aprender la hija de Herodías de su madre adúltera, sino ruinas de a castidad? Si me preguntais por qué ese mozo es tan perverso en us costumbres, tan disoluto en sus palabras y tan inmodesto en sus acciones: si se me pregunta la causa de que esa moza no tenga pudor delante de Dios ni en presencia de los hombres; por qué está siempre ocupada en adornarse á sí misma para hacerse el ídolo de su pueblo, á quien ella misma primero que los otros tributa sacrí- legas adoraciones? Responderé que por haber tenido la desgracia de hallar en el ejemplo de sus padres y madres el fatal modelo de sus vicios. Éste es el dictámen de Salviano, que asegura que los hijos heredan necesariamente en cierto modo las costumbres de sus padres, los cuales con la semejanza del rostro les comunican sus nclinaciones. Aunque un hijo sea tan casto como José, si su padre es libertino, presto le transformará en el mas vicioso de los hom- bres. Una.doncella será tan virtuosa como Susana; pero se hará libre y desenvuelta si vé que la madre es una mujer muxdana. To= dos gritan que en nuestros dias el desórden se adelanta a la edad, y que la malicia en muchos niños es mayor que la de innumerables «ucianos. Pero por qué no abren los ojos los que así se lamentan para ver tantos otros niños y niñas inocentes como unos ángeles, por haberles dado Dios unos padres virtuosos é irreprensibles? Todos claman que el lujo arruina las casas, que empobrece la na- cion, y enerva las buenas costumbres de los jóvenes y doncellas; pero por qué no buscan su orígen en el mal ejemplo de sus madres? Por qué no clamaban, por qué no gritan, que un no quiero com- prarte ese vestido: no quiero que te le pongas, dicho con entereza y resolucion por su padre, remedia todo el daño, que no pueden evitar las declamaciones de los predicadores , los consejos de los confesores ni las providencias del gobierno, que desea dar activi- dad á las fábricas nacionales , recargando los géneros estranjeros? Qué ha de hacer la hija si vé á la madre con una ánsia insaciable por vestir á la francesa, á la inglesa. á la ejipcia y á la turca ó wusulmana ? Supieron nuestras madres estos términos y otros in comparablemente mas raros y estravagantes ? No. porque los ig- noraron nuestras abuelas. Ellas vestian trajes costosos en dias de- lerminados, es verdad; pero eran trajes que despues de servirlas

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