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SBRLUMOISN DE LOS PADRES DE FAMILIA. —AIAAUIIIIA— Et vos patres nolite ad iracundiam provocare filios vestros: sed educate illos in disciplina et correptione Do- mini. Epistol. Divi Pauli ad Ephesios, c. VI, v. 4.) Nada escuchamos con mas frecuencia en nuestros tristes dias que los lamentos y gemidos de innumerables personas sobre la de- pravacióon casi general de las costumbres. Nada les oimos pronun= ciar con mayor dolor que las profanaciones en los templos, las estorsiones en los tribunales de la justicia, las perfidias en las amis- tades, las infidelidades en los matrimonios, los engaños en los co- mercios, las mentiras , los fraudes y las injusticias en los tratos y contratos de los hombres. Faltan ya en nuestros tiempos, dicen unos , sacerdotes santos , que lloren entre el vestibulo y el alta, sus pecados y los nuestros, para aplacar las justas iras del Omni- potente. Sobran ya, repiten otros, religiosos de solo nombre, que mal avenidos con la monástica disciplina, y enemigos irreconcilia- bles de su reforma, salen á vaguear por el mundo sin contenerse entre los silenciosos límites del monasterio. Estos alzan la voz con- tra la venalidad de los empleos, sean eclesiásticos , sean militares 6 políticos: aquellos gritan contra el lujo en los adornos , en los vestidos, en los muebles de las casas y en las mesas; cuándo ejér- citos de pobres transmigran de unas provincias á otras por no te= ner pan con que alimentar á sus aflijidas majeres y familia; y to- dos no encuentran voces bastante espresivas para esplicar la tibieza de la fé, la frialdad de la caridad, el abuso del poder, la inobser- vancia de las leyes y el atropellamiento injusto de los derechos mas sagrados de toda clase de ciudadanos. Repleta est: terra iniqui-

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