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152 CONTRA LAS CAUSAS DE AL INCREDULIDAD. damente empleados, exijian repetidas lecciones de la razon para destruir los pretestos de la incredulidad. No emplearemos tanto tiempo en desembarazarnos de otra mul- titud de incrédulos subalternos, que hincadas las rodillas en pre- Sencia de los maestros de la irreligion , escuchan y siguen sus lec- ciones sin exámen ni descerntmiento: estos son unos hombres ato- londrados, sean jóvenes ó ancianos, tan repletos de crasas ignorancias en materia de la santa religion, tan llenos de vanidad por la aparente fuerza de su espíritu, tan corrompidos en sus cos- tumbres, tan inútiles al estado y tan perjudiciales á la Iglesia, que para convencerlos no hay mas que hacer que descubrirlos. Nada tiene que temer la santa religion de unos enemigos tan frívolos, ni nosotros emplearemos las mismas armas para combatirlos. Creo ul que la humillacion sea el medio mas oportuno de convencerlos. En ñ demostrando las causas, las fuentes, el orígen y principio de su in- Y credulidad , conocerá el mundo lo que son: ellos quedarán saluda- blemente confundidos , y la religion gloriosamente triunfante de su di ignorancia, su vanidad y libertinaje: Hé ahi en tres palabras las y tres causas emponzoñadas de su incredulidad. Se llegó el dia de ba- cl blar claro contra los incrédulos ignorantes : llegó el momento opor- al tuno de preguntarles: Et qui estis vos, qui tentatis Dominum? 7! Quién sois vosotros que tentais á Dios y abandonais su religion sin 14 rebatirla ? Sois unos ignorantes, primera parte: sois unos vanos, l segunda parte : sois unos viciosos, tercera parte. La demostracion MN de estas tres verdades será el objeto de este sermon y del siguiente ara gloria de Dios, triunfo de la religion y conversion de las ma= le costumbres de semejantes incrédulos. Y vosotros , cristianos mios carísimos, bendecid al Señor: con todo vuestro corazon, porque os ha dado una fé sencilla y dócip para creer sus verdades y obedecer á sus preceptos. Meditad dia y noche en su santa y divina ¡ey : leedla, estudiadla, comprended- Ñ la y enseñadla á vuestros hijos y nietos con gloria vuestra y utili- dad suya. Decidles con frecuencia: estad ciertos hijos mios, y no lo dudeis jamás: Dios ha hablado: tenemosde esta verdad irresistibles Vestimonios: no trateis temeraria y sacrilegamente de disputarle sus derechos: creed y obrad eon una fé divina y esperad segura- mente sus eternas recompensas. Si de esta manera os portais, tens dreis el consuelo de ver siempre en vuestra familia la santa reli- gion de vuestros padres, y se invocará el nombre del verdadero Dios en vuestros mas remotos descendientes. Creedme , hijos mios» a

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