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126 SOBRE LA INMORTALIDAD DEL ALMA. vicio y practicar con mérito la virtud. Estos son los designios de Dios , para haceros felices : estos son los nuestros y tales deben ser vuestros designios. Ya vosotros sabreis, amados cristianos mios, que los materia- listas modernos no hacen otra cosa que seguir ciegamente los erro- res y estravíos de la razon de sus antiguos maestros los Hobes, los Espinosas y los Epicuros. Que no habia diferencia esencial entre el espíritu y la materia , decian los primeros. Que no habia mas que una sustancia con dos modificaciones, decian los segundos: esto es, que la sustancia podia considerarse como estendida y en- tonces se llamaba materia; y se podia considerar como cosa que piensa, y en tal caso se llamaba espiritu. Y por último, los terce- ros decian, que el alma del hombre era un compuesto de átomos materiales muy sútiles y delicados , cuyos movimientos diversifica- das por varias combinaciones, hacián la diferencia de las almas: Tales son los sistemas del materialismo reproducido en muestros dias , sín exámen de su antigua falsedad. Triunfemos de un golpe de este fantasma, demostrando hasta la evidencia la inmaterialidad de nuestras almas, de cuyo exámen resultará claramente su espi- ritualidad é inmortalidad. Yo pienso. Todos los hombres racionales piensan. Esta es una verdad evidentísima: una verdad que confesamos nosotros, que confiesan los incrédulos, y confiesan todas las nacionos del univer so. Si mi alma es materia, esta materia precisamente ha de pen- sar Ó por su misma naturaleza, ó por sus configuraciones, ó por sus movimientos. No hay efugio. Fórmese la idea recta de la ma- teria , cotéjese 6 compárese con la esperiencia, y se verá que ella es una sustancia estendida ó cuantitativa, sasceptible «de muchas configuraciones ó modificaciones, y capaz de diferentes y varios movimientos. Resulta , pues, con evidencia, que si ella piensa ha de ser precisamente ó en virtud de su misma naturaleza, ó por sus configuraciones ó por su movimiento. Nada de esto sucede ni puede suceder; luego debemos resolver que nuestra alma és:inmaterial. Que la materia no piense en virtud de su naturaleza ó precisa- mente cómo materia , es tan claro, que yo les presento por jueces los mismos incrédulos , aunque busquen por adjuntos todos los hijos de Adan Diganme ellos ó cualquiera de ellos, si piensan los mármoles ,: los bronces", las piedras preciosas , el barro, la made+ ra? Habrá algon racional que asegure que estas materias piensan; han pensado ó pueden pensar; presisamente en virtud de su natu-
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