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SOBRE LA EXISTENCIA DE DIOS. Videte fratres, ne forte sitin aliqu- vestrum cor malum incredulitatis dis cedendi a Deo vivo, sed adhortami. ni vosmeptisos per singulos dies, ut non obduretur quis ex vobis fallacia pecati. (Ep. Paul. ad Hebr. c. 3) El grande apóstol San Pablo, convertido por la poderosa gracia del Omnipotente, de perseguidor del cristianismo en defensor de la religion de Jesus , de blasfemo y contumeliosó en confesor ilus= tre de la fé, y de incrédulo en fiel, deseando mantener pura la fé que acaban de recibir sus hermanos los hebreos, les escribe una edificante y elocuentísima carta, en que les dice entre otras mu- chas estas palabras : mirad , hermanos , no se halle' entre vosotros algun corazon contaminado con el mal de la incredulidad « vivid vigilantes para no apartaros de la doctrina de Dios vivo que crió todas las cosas: exhortaos mútuamente todos los dias unos á otros, para que no se endurezca el corazon por la falacia del pecado. Ya somos participantes de lá gracia de Jesucristo, mantengámosla con perseverancia hasta el fin. No le irritemos como algunos de nues- tros antiguos padres : advertid que todos pasaron el mar Bermejo, todos fueron testigos de la ley que con tanta majestad se les inti- mó desde el monte Sinaí, todos anduvieron cuarenta años por el desierto bajo la proteccion de la columna y la nube, todos comie- ron el mismo maná , todos bebieron el agua milagrosa que les dió la piedra ; pero no todos sino muy pocos entraron en la tierra de 4