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Y VERDAD DE LOS MILAGROS. 117 enviar su divino Espíritu, le vean subir en su propia virtud al cie- lo lléno de gloria y resplandor : milagro es la venida en forma vi- sible de este soberano Espiritu sobre los apóstoles, que: los trams- forma prodigiosamente de imperfectos en justos, de tibios en fer= vorosos, de cobardes en valientes, de ignorantes en sábios, y de hombres oscuros , sin talentos , sin riquezas , sin poder, sin nobleza y sin estudios , en oráculos del mundo, maestros de las naciones y santos del primer órden: milagro es la comunicacion de este mismo espíritu de Dios álos discípulos de los apóstoles con el don de len- guas; el de profecia y el de milagros, que tan visiblemente los adornaba y seguia'á todas partes : milagro la ruina de los ídolos sostenidos por la autoridad de los emperadores , por la fuerza de los ejércitos y la supersticion de sus falsos ministros: milagro el sí- lencio de sus oráculós , la ruina de sus famosos templos y la abo= licion de sus ritos y sacrificios, torpes, crueles y escandalosos: milagro el triunfo del Evangelio, y su rápida y estupenda propa- gacion en todo el universo por aquellos me d ios que parecian menos proporcionados y por los caminos mas propios á esterminarle en su misma. cuna. Negarán los incrédulos uno solo de estos hechos, grandes, públicos y demostrados , sin hacerse la risa de los hom- bres? Negarán que Jesucristo y sus apóstoles hicieron milagros? Que los: mártires y santos de los primeros siglos del cristianismo hicieron'milagros? Que los Gregorios Taumaturgos;” los Benitos, los: Bernardos de Claraval , los Domingos, los Franciscos de Asis oy de Paula hicieron milagros? Acaso carecieron de este don de Dios los Antonios de Padua, los Ferreres, los Jacintos de Polonia y los Estanislaos de Cracovia ? Dirán que todo era una ilusion ,-que ho existen en estos últimos tiempos tales prodigios, que se corrompio la Iglesia 6 desapareció de ella el: don delos milagros ? Pero po- drán proferir un despropósito tau absurdo á vista de los Javieres, los Cantalicios, los Brindis, los Ofidas y otros innumerables, cu- yos prodigios están menudamente examinados, probados evidente mente y publicados con la mayor autenticidad por nuestra santa e infalible madre la Iglesia? No nos veúgan los señores incrédulos á representarnos los mi lagros de los Pitágoras, los Vespasianos, los Apolonios de Thianea y otros impostores. No estamos ya en los tiempos de nuestros abue- los, en que pasaban sin registro los contrabandos religiosos. Ahora les pedimos autores coetáneos que nos cuenten esos milagros, tes- tigos. oculares que Jos hayan visto, pruebas demostrativas. de

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