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92 Colorin Colorado —Pues por el gusto me da usted, me replicéd, porque no de- seo otra C0Sa... y este amigo mio también—afiagié—, seftialando a Otro que estaba junto a él. ~—Perfectamente. Pues esta hora €s muy oOportuna. Conque jya estamos andando... vosotros dos y un par de docenas mas que se 0s quieran sumar! Diéronse cuenta de nuestro dialogo unos cuantos hospitali- zados que habia alli cerca, y a los dos minutos ya estaba yo al frente de una seccién como de unos treinta muchachos en di- reccién al Museo. Porque le participo al lector (y por ahi tal vez debiera haber empezado mi relacién) que el “cuarto de los bichos” es lo primero que quieren visitar estos héroes en cuanto lHegan a Lecaroz, y el “ouarto de los bichos” es lo que con mas gusto les ensefio yO, porque es para mi un gran placer el ver los aspavientos que hacen y el o!r los comentarios que entonces se les Ocurren. Pues bien. Lo mismo fué verse metidos dentro de la pieza, liena de animales e inundada de luz eléctrica, que empezar a gritar como. los nifios: ~-;Valgame Dios! zQué es esto? Si paice el Arca de Noé —Mira, Peralta, mira la codorniz.... y mas arriba el papirro= yo... y el “butre” también... dos “butres”, uno con las alas extendidas y aqui un “jabalin”. Falces, fijate en ese perrazo con la boca abijerta... jah, no! que es un lobo!... y arriba la ci- giiefia, como la que hay en mi pueblo... y mariposas... pero jcuanta mariposa hay aqui! ¥ éste que esta dehajo de la mesa, zorro O Zqué es? ZY las gallinas? ;Pero qué al vivo estan! Si paice que van a earraquiar |... Mira, Soria, aqui una paniquesa y otro “jabalin”. Vaya colmillos, zeh? ;Una culebra.... dos culebras... y aqui otra mas pequefical... —Calma, calma, les dije yo, anes que s€ me habian desper- digado en un instante por la sala, como rebafio que quiere de- vorar toda la yerba de un campo en pocos minutos. ;Calma! Ve- nid aqui conmigo, yo 05 lo iré mostrando y explicando todo, y ast os enteraréis mejor y ahorraremos tiempo. ~—Tiene razon el Padre, dijo uno dé ellos. Que nos ic ex- plique todo él. Se llegaron en seguida todos a mi, guardando silencio, y yo empecé mi tarea de “cicerone” de este modo.

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