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ae ee a 83 —ZQué ha de ser? respondié el sacristan suspendiendo la azotaina y casi sin poder alentar por la ira. zNo lo ve usted, Mosen? z2no lo ve usted? Que nos ha chafao ia fiesta este mal- dito; que nos ha destruido a los verdugos; jnos los ha apaleago! Y todo el pueblo alli congregado sumé sus lamentos e im- precaciones a los del tio Antonio. —Esta bien, contesté ef vonerable anciano (porque le era ya) calando en aquel hecho mucho mas hondamente que to- dos sus feligreses. De modo que lo que aqui ha sucedido es lo siguiente: que Andrés en un arrebato de indignacién na ani- quilado a los enemigos de Dios. zNo es verdad? y que por ese acto todo el pueblo se levanta contra él, y yo salgo en su de- fensa contra todos. ;Ven aca, Andresico! Tu parroco te estima y te quiere ahora mas que nunca, y se declara en tu favor. Y tomandole suavemente de Ia mano, lo atrajo hacia sf y lo cubrid con su manto. - Andrés entonces rompié a llorar amargamente con grandes sollozos. ¢ —Y no haya por ahora nada mas sobre esto, afiadié el se- fior cura. Tu Antonio, te guardarés muy bien de molestar en fo mas minimo a tu hijo por @sta causa, porque asi te lo suplico yO; y vosotros, agregé dirigiéndose a los demas, haced el favor de retiraros ya, porque lo que esto es, y lo que esto significa y la importancia 0 no importancia que tiene, lo expiicaré a todo el pueblo esta tarde en el templo antes del ejercicio de la “Hora Santa”. Bajaron todos respetuosamente la cabeza ai oir estas pala- bras y abandonaron en seguida el local, pero edmirados de la conducta extrafia del Mosen y haciendo, en consecuencia, los mas diversos comentarios. Congregados los fieles en la iglesia a las seis de la torde de aquel mismo dia, el sefior Parroco subiéd al pulpito y les dijo textualmente lo que sigue: “No voy a haeer un sermén, hermanos mios, sino una ad- vertencia. “El nuevo Paso de “La Flagelacién del Sefior”’, que ha HNegaco hoy mismo, no podra ‘salir mafiana en la Procesién porque esta incompleto. Los dos verdugos han sucumbido hoce pocas horas a manos de Andrés, el hijo del sacristén. “Estoy enterado de los sentimientos de hostilidad que reinan
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