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INESPERADO Arrimada a la falda de un monte, y rodeada de abetos, robles y nogales, uno de los cuales ia cubria en parte como oon un manto protector, se alzaba una casita blanca, donde vivia una familia compuesta de solas ovatro personas, el padre, la madre y dos hijos: Miguel, a la sazén de veinte afios, y Carmencita, de siete, poco mas 9 menos. fran labradores, y la hacienda que cultivaban lindaba con su domicilio, que distaba de! pueblo mas cercano unos tres kild- metros. Sus costumbres eran sencillas y patriarcales, y la tranqui- lidad de que disfrutaban, completa, pero esta tranquilidad se turbé, cuando a Miguel le Hegé la edad de entrar en quintas. Desde entonces pesaba sobre los padrés un pensamiento angustioso que les hacia exclamar freouentemente, Ilenos de ansiedad: Si le tocaré soldado!... Como Io que se teme mucho, casi siempre parece que sucede, sucedié en efecto que a Miguel le tocd soldado, y, no teniendo ]