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Por Pepito Reyes 129 —zUsted?—pregunté con extrafieza el colono mirando al ves- tido pobre y estropeado del huésped. —Si, sefior. s —Pues no sé si podra; porque esta mafiana ha tlegado el sefor de su viaje de bodas y estara ahora muy ocupado. —~Pero es que se ha casado segunda vez el sefior don Fer- nando? \ —No sefior: ésta es la primera vez que se casa. Si no tiene mas que veinticuatro afios... —Pues no entiendo... —Es que usted conoceria a D. Fernando Vallejo el padre. Este murié hace dos afios. El que hoy vive y lleva su mismo nombre es un hijo suyo, que ha heredado todos sus bienes. Esta noticia dejé vacilante y casi desconcertado a D. Jenaro; porque la verdad es que apenas conocia al nuevo y joven se- fior, que habia vivido casi durante toda su nifiez con unos tios suyoOs educandose en el extranjero. —De todos modos —afiadié ei colono—, si usted quiere ha- blarie, el criado que usted ve alli Junto a ta casa, regando el jardin, podra pasar el recado. —Muchas gracias —respondié Don Jenaro—, y haciendo de tripas corazén y liandose la manta a la cabeza, como suele decirse, se encaminé hacia el edificio. Diez minutos mas tarde, estaba en la presencia del amo nue- vo de aquella hacienda. Era el sefiorito elevado de estatura, rubio de cabello, y en su rostro muy parecido a su padre, aunque con cierta mirada de desdén, que el padre no tenia. Doblése por la mitad al verle Don Jenaro, y saludé muy cor- tésmente, tendiéndole al mismo tiempo la mano: —{Buenas tardes! —jBuenas tardes! zquién es usted y qué se le ofrece? —pregunté el sefiorito. —Pues usted sin duda no me conoce; pero yo fui en esta misma casa administrador de su sefior padre (que de Dios goce). Me Ilamo Jenaro Garcia Tufién para servir a usted. —Efectivamente, tengo de usted cierto recuerdo aunque un poco vago. zFué usted administrador de mi padre? ~Si, sefior, durante quince afios. ~—Como yo pasé casi toda mi. nifiez con unos tios en Ingla- 3