BCCPAM000R48-1-33000000000000

merocnenegmmmucaremmnennnens 122 Colorin Colorado hace lo menos cincuenta afios) le dié un cigarro mi padre a mi novia, y le dijo: “—Toma, Ramona, daselo a Roque, y que se lo fume”. Y aquel dia fué la primera vez que me atrevi a fumar de- lante de mi padre, jqué tiempos! Y ;qué cosas han pasao des- de entonces! En fin, sigamos. Quinto Mandamiento: Pues en este mandamiento, cosa de matar o herir 0 que- rerleé mucho mal a nadie, no. Nunca he tenido corazén pa eso, gracias a Dios. Aura de chico, y también de algo mayor, cuatro mangazos que te pegas con uno y con otro y palabras que se dicen: “;Ojala te hundas!” “;Siquia te esnuques!” “;Que te saco las tripas...!” Pero lo que yo digo: zesas cosas las desearia de corazén? A mi me paice que no. Porque supongamos, pinto el caso, de que entonces aparece alli un “Mantequillero” y va a sacarle de veras las tripas a aquel chico, zqué haria yo entonces? Pues emprenderla con el “Mantequillero” a limpia pedrada. zNo te paice? ;Seguro que si! - Aura que, en eso del quinto mandamiento, me pasa a mi una cosa; y es que, aunque no soy hombre de querer mucho mal a nadie, cuando veo alguno que aborrece a Espafia 0 que la desprecia zsabes? me entra una rabla y una corajina contra él, que me paice que lo atravesaria con un asador de parte a parte. ‘ Al Parroco le dije el otro dia esto, cuando lo encontré en la calle la vispera del ataque y me dilo que no tenga pena, que por eso no le echan a ningin hombre al infierno, ni al purgatorio: que le dan un eéstirén de orejas en la puerta del cielo, por haber sido un poco exagerao, y jadentro con él...! Si es asi menos mal. Adelante. Sexto Mandamiento: Pues en el sexto mandamiento la juventud, ya se sabe, buen trote por el prado, como un potrico sin cabestro, brinca con una moza, salta con ta otra, aqui un cantar, alli un relincho, mas alla una voltereta... En fin, lo de costumbre. Pero esos bailes del demonio qué ahora se estilan, jamas. Hombre, no me hables de esos bailes, que de sélo pensar en ellos, m@ pongo furo. Lo que se tlama furo. Paice a como se bailaba en mi ‘tiempo. Ya nos solia decir el parroco, don Bal- domero: “—Hijos mios, ya podéis bailar. ;Bailar todo cuanto querais, uNa con uno, y uno con una, pero entre los dos, un carro de mulas!” J jp cuesa inp eae

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz