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PEDRADAS a AUNQUE hacia =muchos afios ya que se habia extinguido en su alma to- do sentimiento religioso, y experimentaba por con- siguiente, aversion a las practices de piedad, las tres primeras Novenas a San Antonio las hizo con el mayor entusiasmo el cojo aquel animado dei deseo de obtener la cu- racién dé su pierna, con- traida e inmévil. Pero como pasaba e! tiempo y San Antonio no respondia, fué perdiefdo poco a poco la esperanza, volviéd a embravecerse su caracter y determing, por fin, abandonarlo todo, janzando maldiciones contra e] santo bendito, contra el templo donde se veneraba su sagrada ima- gen y contra las beatas chariatanas que lo ha- bian animado a que le rezase. En la mafiana del dia en que tengo el gusto de presentarselo al lector, subia Felipe la rampa de La Abadia, hecho un ba- silisco, cOn una amena- za de tempestad en cada sureo de su frente, re- vuelto y encrespado el cabello, los ojos como dos pufiales, la mirada fiera y el rostro encendido hasta las orejas. En fin, que daba miedo. Caminaba, como siempre, apoyado en. dos muletas, y He-
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