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por Pepito Reyes 103 Cierta noche, enzarzados en una partida de mus, después de la consabida merendola, prolongaron insensiblemente ta velada un poco mas de ia cuenta. Los incidentes interesantes se multiplicaban, porque, como si les hubiera picado la mosca a los jugadores, apenas habia envido desairado, ni érdago mal correspondido. Asi es que sin darse cuenta, las horas se deslizaban que era un primor. Pero cuando soné en el reloj de la torre la una de la ma- fiana, alzése de un brinco un jugador y dijo a voz en grito a los otros tres: ; —Pero zqué es esto? gHay vergiienza aqui o no hay ver- giienza? zUstedes saben, sefiores mios, la hora que es? —Eso mismo digo yo, afiadiéd otro compafiero, levantandose también, y dirigiéndose a ios dos que quedaban sentados. 4No estan ustedes ligados con el vinoulo santo del matrimonio? 4No tlenen en casa mujer e hijos a quienes dar buen ejemplo? ZY es propio de cristianos casados el estar jugando al mus a la una de la mafiana? En fin, lector amable, que otnvencidos los ouatro mafios de que eran unos sinvergiienzas en trasnochar tanto, se despidieron entre si y cada mochuelo se fué al olivo. Pero dos de los mochuelos, antes de coger el suyo, atin se quedaron parlando sobre asunto de labranza, arrimados a una pared; y eso que la noche era de las mas frias del mes de enero y cubria el suelo de la calle espesa capa de nieve, que azotada por el vendaval se revolvia con frecuencia en blancas espirales que cegaban la vista. s Ya se iban a separar, por fin, los dos rezagados cuando de re- pente dijo uno de ellos al otro: —Aguardame un poco. ~~ Qué vas a hacer? —Ahora lo veras, respondié; y agarrando un garrote que ha- bia en una lefiera préxima, dié con 6! dos furibundos golpes en la puerta de una casa. Era precisamente la de su compafiero de mus de aquelia noche. ~—gQuién llama? preguntaron desde adentro. —Soy yo, soy Sebastian. -zY qué quieres ahora? —Que te asomes al balcdn. ~Pero, hombre, si estoy acostado ya, y hace un frio que pela. —No importa. Sai en seguida, que tengo que decirte una cosa que te conviene saber. —Mafiana me lo diras.
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