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que la profunda corriente, aumentando en su camino bañan las ricas ciudades, errabundos y pacíficos, como los viejos patriarcas por su tendaje magnífico. ELSA ¡Qué triste y árido es esto, musgo tan sólo en los riscos! PRINCIPE ENRIQUE Mas no la naturaleza dados los tiene al olvido, que en las nieblas les envía el alimento benéfico. ELSA Mira a aquel jirón de nube, que el viento lleva tendido, y flota en la lejanía, sobre los nevados picos: se me antoja ver en ella a los propios angelitos, de la Santa Catalina (159), transportando el cuerpecito. PRINCIPE ENRIQUE Tú eres la Santa a quien llevan ángeles en tu camino, a través de estos torrentes y profundos precipicios, porque al golpe de las guijas no salgan tus pies heridos ELSA ¡Si como a ella me llevasen a mi sepulcro angelitos sobre sus hombros ! ¡ Paréceme que me alzan ahora mismo tan ligera, tan ligera... como el aire sutilísimo!
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