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A 120— El alma es débil, fuertes y altivas son las pasiones, y no pensamos que con verdades vayan mentiras, y no es extraño que el alma joven vaya fluctuando por esta vida, y sin que a veces, andando a oscuras, lo bueno y malo saber distinga. A este retiro santo no llegan la lluvia, frío, calor que asfixia, que a las más fuertes almas combaten y en esa lucha caen abatidas Como las Siete Vírgenes castas (147) a la celeste boda suspiran, son nuestras almas, lámpara al cielo, de inextinguible luz encendida. Tras de las nubes muere la luna, llena la estancia la repentina sombra, tus ojos brillan piadosos, como en la triste mortaja brillan, las ricas joyas que están luciendo sobre la negra mancha sombría. Entre las hojas la lluvia suena, inquieto un pájaro se oye: suspira desperezándose sobre su nido, la blanca pluma de nuevo aliña, y a dormir vuelve, arrellenándose en su caliente mansión tranquila. ¡ No otros sonidos oiga mi oído!, la media noche ya se avecina; de la jornada que has cabalgado... por muchas leguas, estás rendida, y el polvoriento largo camino... ¡ Vete y descansa, duerme tranquila! ¡ Tantos espectros y formas tantas, tan espantables y terreríficas, cual de sus tumbas fueron saliendo en esta noche, de mis desdichas, que de mis párpados el sueño ha huído y voy al rezo de mi capilla!

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