BCCPAM000R14-4-28000000000000
que llenó los huecos todos de mi alma, y quedó vibrando en mi, noche y día. Bajo la enramada de mavo una noche del jardín florido, y en queja dolida le escuché, su nombre... resonó en mi pecho como del arcángel la trompeta viva, que el alma percibe, y obedece al punto, y cuál de una tumba, alzóse la mía. Mi vida pasada me está pareciendo como, ya de muertos, veremos la vida, cuando hacia lo eterno despertemos todos, despertemos todos a otro nuevo día. Pero esto fué un sueño, tan sólo fué un sueño de una alegre noche que pasó en seguida. Más, a las terribles iras de mi padre mi pasión crecióse, y más se encendía como en rama verde, cuando prende el fuego, que arde más activo y no se mitiga: «no será tu mano de bardo errabundo; tu mano, Irmingarda, ya está prometida. »El Príncipe Enrique de Hoheneck la pide »por un mensajero con carta precisa.» Repliquéle humilde, pero sí resuelta: «A Enrique de Hoheneck, jamás en mis días »le daré mi mano, como esposa suya; »no puede Irmingarda ser su prometida.» ¡ Así respondíle por tu amor, Walterio!, ¡que elegir entonces mi amor no sabría! Después de una pausa oí de mi padre, con tono que el alma me hirió, terrorífica, aquesta respuesta: «¡ Aquello, o el claustro !», fueron sus palabras, y ellas parecían funeral lamento, porque al mismo punto se murió mi alma y acabó mi vida. De noche, en lo oscuro, bajaron dos sombras con lenta y callada quietud no sentida, en negros caballos los dos cabalgando, por la estrecha senda de la selva umbría, tan oscuro todo, que imposible fuera, A A A
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz