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— 10 = EL MONJE CIEGO ¿Quién murmura cerca de mí, pues oigo que musitan? PRINCIPE ENRIQUE ¡ Yo soy Enrique, el Príncipe de Hoheneck, y Hugo el Conde del Rihn, tú !, con la misma cicatriz, que en tu frente está incrustada como una horrible estrella enrojecida! EL MONJE CIEGO Conde Hugo!... en otro tiempo! y ahora náufrago de lo que acaso fuese en otros días! Todo mi orgullo, ¡oh Príncipe de Hoheneck !, mi orgullo y voluntad embravecida, el fuego de venganza temerario que en mi camino tropezar me hacía, y entre el temor y el miedo vacilante correr en mi carrera enloquecida, como caballo indómito y furioso que en cegado correr se precipita y pasa sobre ciénagas perdido, escuchando frenético en su huída de sus cascos detrás, a quien le acucia ..! cuando escuché una voz que me decía, pronunciando mi nombre, entre las sombras: «¡pide perdón doblando la rodilla !» Y ahuyentando por siempre mis temores, por siempre el alma me dejó tranquila. Y fué, de contrición y penitencia, de dolor y sufrir, la ansia tan viva de padecer, de día austeridades y estar de noche en oración prolija, que mi pesar se fué ! Profunda calma anega el corazón y paz bendita, que un lago brota de invisible fuente, donde antes un volcán fiero rugía. ¡ Tú, Príncipe de Hoheneck !, me conociste, como ninguno, en los remotos días, hombre de violencias y de crímenes,