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=> 108... corrompido está el mundo, y pone espanto cómo el Señor sus iras aún reprime, y no lo quiebra cual se quiebra un vaso; que hasta en el interior de estas paredes, que de la paz debieran ser reinado, tengo mi lucha, aunque su mano el tiempo puso en mi corazón, sin golpearlo, como oprime, los dedos del arpista, el cordaje de un arpa, y muere el canto... cenizas sólo en mi cabeza llevo, ansias, mi pecho, débiles mis labios, canseras de la vida; y me consuela decir a los Abades sepultados y que bájo estas laudas ya descansan: «¡ Hacedme ahí un rincón !» En el ocaso nos hallamos del día que oscurece, y yo con mi tarea no he llegado siquiera a la mitad de la jornada; y este pensar se viene proyectando como sombra en la vida que me resta. PRINCIPE ENRIQUE Todos han de morir, así el anciano igual que el joven, que excepción no goza ABAD El joven «puede», el viejo «debe», en cambio. PRINCIPE ENRIQUE He oído también grandes elogios de vuestros transcritores. Afamado es ya vuestro escritorio, por la gracia de vuestros manuscritos celebrados. ABAD Seguro que es nuestro mejor tesoro, y si gustáis, veréis nuestros trabajos, entretanto que a bestias y sirvientes el buen Refitolero ha acomodado, para pasar la noche que está encima en plácido descanso. (Entran. Suena la campana de Vísperas.)

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