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gration pecadores encontraron é Jesus el principio de su santificacion; que de un ilo perseguidor de la fé, hizo Jesus un vaso de-eleccion; que de un Agustin incré- dulo y hereje, salié un doctor consumado, una columna de la f6, un ejemplo de penitencia y humildad, y esto anima mi corazon para poder levantar mis ojos al cielo, pidiendo gracia al que es principio de nuestra salud y causa directa, tinica é inmediata de nuestra santificacion y de la resurreccion de la muerte del pecado 4 la vida de la gracia: Positus est hic in resurrectionem multorum. Mas para que Jesus sea para el hombre principio de resurreccion espiritual, le ha de hacer un sacrificio ge- neroso de si mismo y de todas sus cosas: de nada sirve iar al mundo en el Bautismo, si luégo amamos sus pompas y nos dejamos arrastrar de sus placeres halagiie- ios; y esto hacen las almas que quieren reunir la vida cristiana con los miramientos del mundo; que hacen pro- fesion de vida arreglada, y, sin embargo, se ocupan de- masiado en dar gusto al mundo, en no dejar pasar un punto de honor, 6 incurrir en falta con el mundo, ha- ciendo asi una amalgama ridicula de religion y de vani- dad, de piedad y de disipacion; para tales personas Jesu- cristo no puede ser causa de resurreccion, pues no se dan 4 El en_un todo; de poco aprovecha decir que nos damos al Sefior, si no tenemos paciencia para sufrir las injurias, ni valor para soportar las ligeras incomodidades ; es indis- pensable sacrificarse con generosa resolucion de humillar nuestro amor propio, de sujetar nuestro genio, de repri- mir la altivez de la voluntad, sujeténdonos 4 toda cria- tura por amor de Jesus; es menester no tener apegoa las cosas de la tierra; no sdlo 4 las Tiquezas y tesoros, no sélo & los honores y dignidades , sino 4un 4 las més mi- nimas, reputando por basura y nada todo lo que no sea el amor de Jesus; de modo que, absortos siempre en este amor, podamos decir con David: «En el cielo y en la

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