BCCPAM000591-3-12000000000000

en su infancia es tah estipido, que pereceria mil veces sin el carifioso cuidado de una madre; en su edad pueril se viciaria si un padre compasivo no mezclase los Tudi- mentos, de la ensefianza con los rigores del castigo; en su juventud se precipita sin el freno de un maestro; en su mocedad se extravia si le faltan los consejos de un di- rector, y, en fin, en la edad viril cométeria sin vergiien- za los crimefies mas, escandalosos, si no le contuviesen los miramientos e la sociedad, el honor y la probidad. La experiencia y a razon nos convencen de esta verdad; y el hombre se sometera 4 todas las criaturas, gy sélo ha de desconocer el supremo dominio que su Criador tiene sobre él? ;Qué! Al salir de las manos de este Dios que nos trajo de la nada, 4no hemos recibido una alma en la cual esta impreso con caractéres indelebles el sello.de la divinidad, y por consiguiente la rectitud en las inten- ciones y la conformidad en nuestras obras con los de- signios que tuvo Dios al criarnos? ,Acaso los remordi- mientos que desvelan al pecador no son otras tantas len— guas que le echan en cara su apostasia? No sin razon, pues, el Apdéstol dice «que tales hombres son inexcusa- Ales, porque habiendo conocido 4 Dios, no Jo han glori- ficado, sino que, en vez de darle gracias, se desvanecié su corazon insensato.» Para estos hombres, pues, Jesucris- “to, en vez de ser el principio de su dicha, lo es de su perdicion : conocida la luz, la han despreciado y arrojado de si, respondiendo 4 Dios con una altaneria insolente: «Apartate de nosotros, que no queremos saber la ciencia de tus caminos.» Si; hoy Jesucristo nos ensefa con su 1 ejemplo que he- mos de sujetar nuestro entendimiento en obsequio de la 6; y el hombre, rebelde 4 esta leccion, ‘se sustrae 4 las verdades de esta fé; inventando anasatls mas conformes a sus propios caprichos que 4 la razon eterna; hoy nos manda Jesucristo que mortifiquemos nuestros saienibros,

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz