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" otros am4semos 4 Dios con aquella afeccion noble y des- interesada de este venerable. sacerdote , conocerfamos mas profundamente esta verdad. Observad sus pasos; oid sus cuentos ; apénas sus débiles plantas pueden sostener su_ encorvado cuerpo; si respira atin, es porque desea ver al tinico objeto de todos sus deseos. ;Ah! Apénas ha colum- brado al Sol divino que en los brazos de su madre llega al templo, da un vuelo hacia £1, mas veloz que el aguila “cuando pretende escalar los espacios y llegar al astro que nos alumbra; lo adora, lo toma en sus brazos, y cre- yéndose el mas grande y dichoso de cuantos habitaban en la tierra, no quiere ya ser morador de un mundo falaz; suspira por otro mas feliz y duradero, y con voces tier- nas , entrecortadas con suspiros y lagrimas de jubilo: «Ya, Sefior, le dice; ya es tiempo que baje mi cuerpo 4 la tum- ba; ahora hada me queda que ver ni que esperar en este mundo; ahora podeis desatar ya los lazos que me detie- : nen Sunt para que libremente pueda ir 4 gozar de la paz y reposo de los justos.» Mune dimittis servum tuum Do-- mine, secundwm verbum tuum in pace. ; jAh! Gran violéncia padeceria mi espiritu si quisie- se hoy entregarse 4 la tristeza; porque, sea que eche una mirada sobre mi mismo, sea que os considere 4 vosotros, todo me inspira sentimientos de gozo. En cuanto 4 mi, toda mi alegria consiste en pertenecer al linaje escogido, al sacerdocio de Jesus; 4 esta clase que impone al hom= bre sacrificios grandes, que le cierra la puerta 4 los em- pleos, honores y consideraciones mundanas; 4 esta clase que no debe concurrir ni 4 los salones voluptuosos, ni 4 los espectaculos, ni 4 las diversiones profanas; 4 esta clase tan desprecigda hoy en la sociedad, tan perseguida por’ los filésofos del siglo, tan injustamente juzgada por el mundo carnal, que no sabe ver en ella sino unos hombres vituperables, nada mas que porque hay algunos que no somos lo que corresponde4 nuestro ministerio, sin con- =
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