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‘ vereis bien pronto reunirse ejércitos innamerables, com-— puestos de toda iribu, lengua y nacion, cuya divisa sera — la imitacion de Jesus. Mirad a ese apostolado: tres aiios le bastan al lado de Jesus para salir mas herdicos que todos los grandes capitanes, mas sabios que todos los fildsofos, y mas poderosos que todos los Monarcas. Consi- derad esos millones de martires, en cuyos rangos se ha- llan nifios, virgenes, ancianos , literatos , rudos, pobres, ricos, generales, soldados, sacerdotes, levitas y Pontifi- ’ ces: todos han aprendido una ciencia desconocida; todos ' han salido 4 la arena; todos han combatido con Empera- dores, Senados, prefectos, tiranos, potros, caballetes, hornos encendidos y con la misma muerte, y todos estos enemigos no son para ellos mas que un monton de rui- nas, en cuya cima blande cada cual la bandera de la vie- toria, con mas gloria que el atrevido caminante fija la seiial de su arrojo sobre el crater gigantesco de un vol- can 4 donde ha llevado sus pasos. Contemplad esas don- cellas 4 quienes nada faltaba en el mundo: riquezas, no- bleza, hermosura, esperanzas lisonjeras, manos de prin~ cipes, todo se reunia en su derredor, formando un con- junto deslumbrador, que las haria creer que habia en ellas algo de sobrehumano, que vestia su frente de arro- ' gancia, que henchia su corazon, que las divinizaba 4 los ojos de sus adoradores ; jah! todo fué para ellas vileza y nada, en comparacion de otras riquezas y noblezas 6 hi- meneos mas relevantes y nobles; las riquezas y la union de Jesus. gNo veis 4 esos sabios que han arrugado su frente 4 fuerza de meditaciones , que han abrasado sus ce- jas 4 la débilluz de una linterna, que han emblanquecido sus cabellos en el estudio, que han desgastado sus ma- nos entre los pergaminos? No tenian antes otro anhelo que adquirir nombre de maestros del mundo, de ilus- ‘tradores de la humanidad y reformadores de las costum- _ bres; peroal aparecer Jesus, todo cambia; el incienso de

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