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comparacion del Sér divino, y habeis deseado uniros a éste con amor puro, enténces el vivir en pobreza y so- ledad, el abandonar todos los afectos terrenos, el morir mil veces por Dios, ,era acaso un sacrificio? Teniais que violentar vuestro espiritu? No; iba éste corriendo hacia Dios como las aguas de los rios van al Océano; herido vuestro corazon con la flecha del amor divino, se precipi-' taba hacia Dios, como el ciervo sediento vuela hacia los puros manantiales. Pues bien; haced que revivan aquellos nobles sentimientos, revestios de aquella pureza, y en- ténces comprendereis por qué Maria dejé la casa de sus padres por el silencio del templo, por qué 4 los tres aflos ya es un portento de amor de Dios; nada os costara creer que su conversacion y sus deseos no respiraban sino amor divino, que su trato familiar era con los angeles, que éstos la suministraban el alimento, y que con ellos alternaba en las alabanzas de Dios, como lo enseflan San Jerénimo, Jorge de Nicomedia y otros doctores antiguos. Cuanta fuese su familiaridad con el Sér divino, ceuan dul-- ce su é6xtasis, cuan frecuentes sus arrobos jntelectuales, no es dable a nuestra débil capacidad el comprenderlo; baste decir, con el devotisimo Ildefonso , que sdlo Dios y los angeles, con quienes vivia y que la servian como & sureina, supieron apreciar su santidad, su inocencia y candor, y todas las felicidades que resultan de este modo de vivir. En conclusion de cuanto he dicho sobre el amor casti- simo de la nifia Maria para con Dios, debo manifestaros una verdad y resolver una duda. Esta verdad habria de penetrar el corazon de todas las mujeres, y mas en el de las madres de familla; pocas dé sus hijas nacen con in- clinacion al bien; ninguna viene al mundo con aquella gtacia que trajo Maria; pero gquién inspira en las almas inocentes el amor 4 Dios y 4 la Religion? ,Quién conserva despues de Dios la inocencia que se recibe en el bautis-