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ya un gran paso para unirse a fl por amor puro, de tal modo, que se consagre 4 Kl nuestra alma, no tanto por la gloria que nos promete, cuanto por su belleza y her- mosura, correspondiendo al amor que Dios nos profesdra sin interés propio, con otro que se le asemeje? Si, la ma- yor parte de los Santos han corrido por estas vicisitudes; del amor inicial han entrado en el de gratitud, de éste han pasado al de amistad pura, hasta haberse trasforma- do en cierto modo en el objeto amado, no de otro modo que el hierro arrojado en un gran horno se reviste de todas las propiedades del fuego, habiéndose primero des- pojado de su frigidez. y desu herrumbre. | Tan singular como fuera Maria en todas sus virtudes y prerogativas, lo fuera tambien en elamor de su Dios; no entrara éste por grados en su alma; al paso que los de- mas se elevan hasta el Sér divino por la contemplacion de sus obras; al paso que el mds santo de los hombres puede decir con el Profeta que su corazon se inclina & cumplir la ley divina, esperando la retribucion, Maria, sin esperar tiempos ni ocasiones, da un vuelo rapido, que empieza en su nada y llega repentinamente hasta el todo, que es Dios; los hombres no pueden obrar asi; semejan- tes 4 la avecilla gravemente herida por el cazador en una de sus alas y caida en un terreno cenagoso del cual no se levanta sino despues de muchos esfuerzos, yacemos nosotros en el fango del pecado original cuando empeza- mos 4 existir; nos saca de 61 la gracia divina, pero de tal modo, que no desaparece del todo nuestra ignorancja y fragilidad; quizas tenemos la desgracia de caer; nos’ volvemos 4 levantar, hasta que nos elevamos con la gra- cia divina sobre este mundo visible, contemplamos de un punto culminante toda su grandeza, y viendo que es nada, lo despreciamos, fijando nuestra atencion en algo que sea mds grande, en algo que nos satisfaga, en algo que sea esencialmente bello, en Dios, por fin, y loamamos TOMO III. &

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