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Tldefonsos combatian las herejias; cuando el Episcopado en varios Concilios nacionales repudiaba las erréneas doctrinas de Priscilo; cuando al poco se ven sentados en un mismo recinto el Rey, los préceres, los Obispos, los” -condes y los generales, estableciendo por ley fundamen- tal de la monarquia la fé catdlica, prohibiendo los dere- -chos de ciudadano 4 quien no la profesase, jurando solem- nemente defenderla con sus bienes y su vida; cuando todo esto sucedia, estaba nuestro amado suelo en la edad ‘de oro de su fé, y eran estos tiempos nada ménos que el -cuarto, quinto y sexto siglo del Cristianismo. Hoy dia nos gloriamos, y con justicia, de haber dado 4 luz en tiempos modernos a esos grandes hombres, que bogaron por mil mares hasta-llegar al nacimiento del sol, y dobla- ron los cabos mas peligrosos de los mares, y se expusie- ron 4 peligros y azares nunca vistos por descubrir nue- ‘vos mundos; nos gloriamos de los Cortés y Magallanes, -como pudiera gloriarseGrecia de sus Ulises y Arquimedes, . -y Troya de sus Eneas.,;Glorias vanas! ; Glorias de armas y de conquistas, que no se obtienen sin sangre ajena! Enténces se gloriaba la Iberia de dar 4 luz 4 los Valeros, 4 los Vicentes y Lorenzos, cuyo heroismo hizo tan famo- sas 4 Valencia y Roma, como lo fuera Jerusalen por el protomartir del Cristianismo; gloridbase enténces mi ‘patria de ser la madre de los grandes doctores, de no ver ‘su fé manchada con la herejia, de no dar la mano & “Manes, ni 4 Donato, ni 4 Pelagio, ni 4 ninguno de tan- tos fanaticos como infestaban ya en aquellos tiempos la patria de los Clodoveos y la del gran Obispo de Hipona. Una trasformacion tan stibita, un arraigo tan instan- taneo de la verdadera Religion ; una abundancia tan copiosa de martires, de virgenes, de doctores , de santos Obispos ; un entusiasmo tan general por la verdad; unos hechos tan felices, que mds parecen pertenecer 4 los ‘tiempos de la dorada poesia que 4 la época de la historia,

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