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452 dre de los hombres, se preparan las vias mds anchuro— sas de reconciliacion y de paz entre Dios y el hombre; porque en aquella hora empiezan estos dos séres 4 ser hermanos , hijos de una misma madre; y aunque el pe— cado intente elevar un muro de division entre el Hijo. natural y el adoptivo, la enemistad no podra ser de dura- cion, porque la Madre no permitira que reine la discordia. entre sus hijos, y por su intercesion se derramara la gra- cia y misericordia sobre los pecadores. Hasta enténces no poseian los creyentes mas que figu- ras, y en aquella hora empezaban las realidades; era desde aquella hora Maria la verdadera arca que salvaba al mundo del naufragio del pecado; era la arca de la alianza para los hijos de las promesas; era la verdadera Rebeca que recabaria para sus hijos mil bendiciones del Padre celestial; era el verdadero trono de Salomon, donde reinaria la misericordia y clemencia del Rey de los si- glos; era la hermosa Raquel, que conduciria @ las almas como 4 ovejas de su rebatio 4 los pastos celestiales, y las defenderia con su cayado de las ufias del lobo infernal; era la prudente Abigail que, arrodillada ante el Dios airado, detendria su brazo armado y lo inclinaria a pie- dad por el mundo pecador; era la valerosa Judith en quien Dios cumpliera la misericordia prometida al pueblo esco- gido, destruyendo al opresor inicuo; era la preciosa y_ herdica Esther, que intrépida se lanzaria 4 los piés del divino Asuero , pidiendo por su vida y por la de su pue- blo; era... ; Ah! era la Madre de todos los hombres; y quien dice madre, dice proteccion, amparo, refugio, con- suelo, auxilio, amor, piedad, carifio y cuanto pueda ape- tecer nuestro corazon. El mas grandioso y sublime cuadro se presenta 4 mi vista cuando fijo mi atencion en aquellas razones que dirige Jesus 4 su Madre al despedirse de Ella poco antes de morir. No es éste ni el préximo triunfo sobre la muerte

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