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A Raa : eat ys . oe. eo e . z aoa 445 , los destellos de la luz;\se precipitan en las mazmorras eternas los hijos de la herencia y de las promesas divi- nas, y no podemos ménos de decir que Adan y Eva tie- nen originariamente la culpa, que ellos son la causa de tantos males: para amar a estos séres es preciso volver la vista 4 otros dos objetos, 4 Jesus y Maria; 4 éstos que recuperaron para la descendeucia proscrita todos los derechos de nobleza, de gracia y gloria que Adan per- diera, y sus hijos con él. Porque, preciso es decirlo en honor de la Divinidad, la proscripcion del mundo no duréd ni un solo instante; Dios, que habia previsto la culpa, -proveyera el remedio muy de antemano; en el mismo campo de batalla donde Adan y Eva son vencidos y der- rotados , en donde yacen tirados por tierra sin privilegios y grandeza, se presenta Dios para recogerlos; el enemigo, en vez de retirarse con rico botin, no lleva mas que un — anuncio de su ruina, que le obliga a huir precipitado. Sin embargo, sefiores, 4cdmo qued6 la humanidad en — la derrota de sus primeros padres? gHabeis visto alguna vez cémo el furibundo aquilon embate al cedro de mil afios, que alza su copa imponente sobre la ctispide de al- tos montes? ,Habeis oido el horrendo fracaso con que se arrancan de entre duros pefiascos aquellas raices profun- das y prolongadas, precipitandose en seguida el desme- dido tronco hasta llegar 4 oscuras hondonadas? Lo habeis contemplado alla, inmévil, y sin que al nacer el sol, ni al subir al mediodia, ni al declinar al ocaso lo visiten sus rayos, 4 no ser que un agente extrafio lo saque hasta la Hanura? Pues no de otro modo se precipité el linaje hu-~ mano, cayendo en la horrenda sima del pecado, donde no podia visitarlo la luz de la gracia, si una mano divina no hubiese querido plantar nuevamente este arboly darle nueva sdvia y nuevo verdor. Quedamos enténces huérfa- nos y desamparados; teniamos un padre, mas este padre nos vendié por un placer momentaéneo, y pensando muy