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noe ee. ae oe ‘ 444 cion en que campeaba la justicia y la caridad, confun- diendo el orgullo y la envidia de Lucifer, cuando el atleta divino empez6 4 legar 4 la humanidad su herencia, sus derechos y sus prerogativas. Eran éstas una amnistia general que pide 4 su Padre para sus enemigos, y la promesa de entrar en el Paraiso: amnistia y promesa que ratifica en las dos primeras palabras que profiere en la Cruz. Pero ,pensais que concluia aqui la amorosa dig- nacion del Dios que elevaba y ennoblecia al espiritu. humano con su muerte? ; Ah, no! Con la primera revolu- cion se precipitara el género humano en la orfandad ; su madre, en lugar de conservar toda la belleza del hijo y de abrigarlo en su seno, se convirtié en madre sin entra- flas ni corazon, abandoné 4 sus hijos y contribuydé 4 su ruina y 4 su desamparo; mas el segundo campeon no queria dar el ultimo paso en la reformacion del hombre sin proveer al mundo de una Madre; asi, despues del perdon universal, despues de la promesa de dar el Paraiso, Jesus se vuelve 4 su Madre, y seiialandola el discipulo amado: «Mujer, la dice; hé ahi tu hijo.» Y vuelto al dis- cipulo: «Hé ahi, le dice tambien; hé ahi tu Madre.» Como si dijera: Eva fué la madre desnaturalizada que condené 4 sus hijos 4 la orfandad; pero ti joh Mujer! tu seras desde hoy su Madre; el linaje humano se ha encontrado hasta hoy afligido y desamparado; mas desde ahora no sera asi, que Maria es su Madre: Mulier ecce filius tuus ; ecce mater tua. Bien veis, amados mios, que Jesucristo no pone el. sello a la ohre de la redencion, sino proveyendo al hom=— bre de cuanto necesitaba para sobrellevar los trabajos de _ esta vida y para poder llegar al cielo. Asi, para inflamar vuestros corazones en el amor 4 Maria, voy 4 exponer a vuestra consideracion la siguiente verdad: «El género humano, desamparado por la rebelion de su primera ma- dre, adquiere por la muerte de Jesus otra Madre verda-