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428 cia en conservar inalterable su Testamento en medio de mil y mil trastornos ocurridos desde que Moisés rubricé sus primeras paginas; Dios, que ha cuidado de que el simbolo de los Apéstoles no padezca la inversion de una tilde, no habiéndolo aquéllos dejado estampado ni en per- gamino, ni en bronce, niazero; Dios, que tom6 4 su cargo ensalzar 4 su Unigénito, dandole un nombre sobre todo nombre; Dios, que habia anunciado por un gran Pro- feta que hasta su mismo sepulcro seria glorioso; Dios, que tiene extendida su mano hace seis mil afios , obrando prodigios en confirmacion de los dogmas que sostiene la humanidad, gno habia de haber fijado su prévida vista en uno que es el fundamento de todos?La Encarnacion del Verbo divino, gno habia de ser confirmada con prodigios + BS de toda especie, en que resplandeciesela sabiduria, laom- nipotencia y todos los demas atributos de la Divinidad? j;Ah! Yo no puedo casi decirlo sin sobrecogerme de un santo pavor; no sélo ensalzé el Padre a-su Hijo bien amado, elevando su naturaleza humana al mismo solio de gloria que ocupa su persona divina, sino que quiso honrar cuanto con ella tuviese contacto y relacion: glo- riosa habia de ser su tumba, gloriosa su cuna, glorioso el lugar de su muerte, y mas gloriosa que todo su hu- milde morada; y para perpetuar esta gloria, Dios dejaria correr los acontecimientos: mundanos , desencadenarse las pasiones, alterarse los pueblos, destruirse mutua- mente las naciones, usurparse los imperios unos hombres 4 otros, para que al través de tanto trastorno brillase, como el sol en su zenit, el prodigioso imperio que la Divinidad ejerce sobre cuanto ha sido santificado con las huellas de su hijo, para que jamas lo reholle el pié del hombre profano, ni lo destruya el elemento furibundo; y esta conservacion tendria que ser el monumento perenne que confirma la fé del creyente y. confunde la altivez del incrédulo. Voy 4 referir los hechos.