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misma cosa, ésta cae en el mas completo olvido. Hé aqui por qué no advertimos lo prodigioso y extraordinario que encierra el mas insignificante objeto visible; nos recli- namos en el lecho rodeados de portentos; nos levanta- mos de él entre portentos ; nuestra misma vida con todas sus operaciones en que estan en relacion la animalidad y la racionalidad, la materia y el espiritu, es el mayor portento de la creacion, y habituados 4 estas maravillas desde nuestro primer vagido infantil, no las echamos de ver sino en algun momento de conteniplaaiosi filosdfica, contemplacion de que apénas son favorecidos aquellos entendimientos que se glorian de sabios y perspicaces. El sublime doctor San Agustin habia meditado dete- nidamente esta verdad, y en pocas palabras refiere el origen, la naturaleza y el objeto de las obras milagrosas, y se explica asi, tratando de la multiplicacion de los pa- nes por la palabra de Jesucristo: «Los milagros que hizo el Salvador son obras divinas que ensefian al hombre 4 conocer al Dios invisible en las operaciones visibles. Porque siendo la Divinidad una sustancia invisible 4 los sentidos, y habiéndose envilecido 4 los ojos humanos los. . milagros con que rige y sustenta 4 toda criatura, por ser estos demasiado asiduos, de tal manera que nadie se dig- na contemplar las maravillas de la Omnipotencia, que resplandecen en cualquier grano de semilla; por tanto, Dios se reservé ciertas cosas realizables oportunamente fuera del érden y curso ordinario de la naturaleza, para que fuese llamada la atencion de los hombres, viendo operaciones extraordinarias, que no tienen respecto de las otras mas que el ser raras y singulares. Porque, a la ver- dad, mayor milagro es el gobierno de todo el mundo, que el alimentar 4 cinco mil hombres con cinco panes; y con todo, nadie se admira de aquello porque es comun, y to- dos se espantan de esto por no serlo.» Bien comprendeis ya cual es lacausa eficiente, y oudl

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