BCCPAM000591-3-12000000000000
ee entrever el porvenir, pronunciando la primera profecia, que habia de ser la confirmacion de la verdad, conculea— . da tan gratuitamente por el primer espiritu humano que tuvo la dicha de contemplarla y pan y la desgracia de menospreciarla. Son, por consiguiente, los milagros y las profecias los dos grandes resortes que de un modo sensible ponen al hombre en contacto con la verdad; ellos no la producen ni pueden causarla, 4ntes son su consecuencia y efecto; mas la confirman y establecen de tal manera, que adquiere el entendimiento una conviccion profunda, de cuya fuer- za no le es posible evadirse sin caer en el mas irracional escepticismo. No intento hablar en este dia de las profecias; voy 4 llamar vuestra atencion sobre un asunto que en verdad no necesita de demostracion respecto de vosotros, pero que es del mas alto interés para el siglo en que vivimos. Los milagros han sido dados como un signo de verdad contra los incrédulos, como dice el divino Pablo, cuando , los creyentes sdlo necesitan de la profecia para tener una confirmacion de la verdad. Pero hoy no debo hablar sino de aquéllos; porque vosotros habeis venido al tem- plo atraidos 4 él por un gran prodigio, y me habeis he- cho 4 mi el honor de llamarme 4 panegirizarlo; este mi- lagro es una confirmacion de aquella profecia que Dios : publicé en el Eden, en presencia del que en ella encon- traria su ruina y delante de los que por su realizacion serian ensalzados y glorificados. Cuando Dios anuncié & Satan que suscitaria enemistad entre él y una mujer, entre su semilla y la de ella, did 4 la humanidad el signo de su reaccion y engrandecimiento por la Encarnacion deh, Verbo. Efectuada ésta en la plenitud de los tiempos, las “a profecias estaban confirmadas, y empezaba la era de los prodigios, para que el incrédulo no pudiese alegar excusa en su infidelidad. Y uno de estos portentos es la conser-
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz