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esta falta 4 la misma verdad, sino 4 los que no han que- rido recibirla, pues no és culpa del astro del medjodia el no alumbrar al que tiene la tema de andar con los ojos vendados: no es culpa de la verdad el no econvencer al que se obstina en resistir 4 sus inspiraciones. _;Ah! Si aquel corto y venturoso momento de la ino- cencia hubiese durado; si el primer hombre hubiese per- - manecido fiel 4 su Dios, sus hijos habrian heredado de su padre aquella justicia original que lo hacia recto en todas sus ideas. Entonces la verdad se habria objetado al enten- dimiento humano, y, como en blanda y virginal cera, hu- biera impreso su celestial luz, y hubiera causado la mas intima conviccion. Pero la degradacion del hombre causé las densas tinieblas que han envuelto el entendimiento en un caos de mil errores, que, como tupido paiio, han . impedido Ja llegada de la luz hasta la pupila del alma. Desde entdnces la verdad debid emplear todos los medios de su infinito saber para convencer al hombre é ilustrarlo. Fueron estos medios los portentos y la profecia; me- dios que no eran necesarios si el hombre no hubiese aban- donado los caminos que le trazé la Providencia al sacarlo de Ja nada y darle la justicia original y la gracia santifi- cante, con las cuales el entendimiento humano tenia la mas completa intuicion de la verdad. El lugar de la apostasia de Adan fué tambien al pri- mer teatro donde Dios ostenté su poder y sabiduria para dar al hombre criminal la conviccion que la verdad hu- biera debido inspirarle por si misma, sin necesidad de prodigios ni de profecias. Anatematizé el error con su padre y autor; publicéd de nuevo la verdad de un modo ostensible, y por primera vez aquella mano que tantos portentos obrara en la formacion del mundo, tuvo que operar uno nuevo para convencer al incrédulo; aquella voz que produjo tantas bellezas , debid llevar sus ecos al oido del hombre, para sorprender su atencion, haciéndole
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