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Madre de los hombres se deja ver en Nazaret, al aceptar la maternidad divina; madre se muestra en las montafas de la Judea con Isabel y su hijo; madre aparece en Be- len y,en el templo; madre se comprende que es en Cana de Galilea, y para que mas impreso quedase en nuestros corazones que & esta Virgen debemos lo, que somos en el sér espiritual, no quiso espirar su Hijo sin decirle 4 _Ella que era madre de un discipulo en quien estaban re- presentados los creyentes, y al discipulo que la recibiese y tuviese como madre: Mulier ecce filius twus: ecce mater tua. (Joan., cap. xix, 26, 27.) . No es esto, vuelvo 4 decir, un bello ideal , como pre- tenden atribuir 4 las imaginaciones de los sabios catdéli- cos esos hombres separados del centro de laverdad y — unidad de la Iglesia. Marfa ha dejado impresas estas hue- llas en la tierra cuando vivid entre los hombres, \y no se borraran jamas. «Todo la que atafie 4 esta Vingen,” dice San Bernardo, esta lleno de piedad y de gracia, de mansedumbre y misericordia. Ella se hizo todo para todos, y por su abundantisima caridad se cautivé el amor y la gratitud de sabios 6. ignorantes. Ella abre sin cesar su seno de misericordia , para que todos reciban de su plenitud. Nada hay en Ella austero 6 terrible: yo convido 4 todos 4 que vuelvan una por una las paginas del Evan- gelio, y si alguno encuentra la mds insignificante dure- za, la mas ligera imprecacion, 6 el signo mas ténue de indignacion en esta Virgen, téngala en lo adelante por sospechosa, y no se atreva 4 llegarse 4 Ella con confian= za. Pero si al contrario, y como es en realidad, hallare _que toda Ella redunda en piedad y gracia, y que rebosa en mansedumbre y misericordia, dé gracias al que le concedié, por su benignisima misericordia, una media- nera tan tierna y amorosa.» (Super Lign. mag. Sermon./ Esto es Maria. é A un pueblo catélico, que tiene por alimento de su