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We f martillos como cosa abominable pot haber ser vido al su- plicio, brefias oscuras, habitacion de carabos, osamen- tas odiosas, restos de hombres malvados; por otra parte, las tinieblas se van apoderando de la tierra , los discipu- los le suplican que ceda el cadaver del Hijo para llevarlo al sepulcro; la escena es cada vez mas cruel y dolorosa: © cuanto mas cerca est4 el momento de la separacion, mas se multiplican los martirios. Fué enténces sin duda cuando se dejaron oir los ayes lastimeros de esta Madre desgraciada; volvid sus pensa- mientos sobre si misma; repasé en un momento todas sus penas, y queriéndolas comparar con sus alegrias pa- sadas, no vid en si misma ninguna de sus antiguas glo- rias; no era ya aquella mujer aclamada dichosa por ha- ber amamantado al gran Profeta de Israel; no era ni la que el dngel saludé llena de gracia, nila que excité tanta admiracion en casa de Zacarias, ni la madre dichosa cuyo fruto fué recibido en el santo templo como la luzde las naciones y las glorias del pueblo de Jacob. Vanamente, seiiores, hubieran intentado los hombres inspirar ideas de consuelo 4 un corazon tan combatido por las olas de la tribulacion; no sabia éste lo que era el amor, sino teniendo por objeto un amante de infinita be- - Ileza; este amante de Maria es Aquel cuya palabra hizo los cielos y la tierra, Aquel cuya sola voz hace temblar los collados y humear los montes; sin £1, la naturaleza ‘no se sonrie, ni los astros vibran. Sabiduria increada, El es quien ha participado al linaje humano un destello de su saber. Luz inaccesible, 1 ilumina 4 todo hombre que viene 4 este mundo. Hermosura por esencia , El ha retratado en cuantas se nos objetan una debilisima parte de su esplendoroso rostro. Maria comprende todos estos dotes del Hijo.que ha perdido; Ella lo ama con un amor infinito, y este objeto amado no tiene lengua que articule sus sentimientos, ni vista que los exprima, ni accion ‘

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