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término de comparacion con las angustias de Maria al to- mar en sus brazos al Hijo que no la mira, nila habla, ni la responde. Preciso es conocer toda la hess del amor verdadero; tiene éste la propiedad de convertir dos objetos en uno; una es la idea, uno el pensamiento, una la sensacion, uno el dolor de dos séres que se aman; este amor con- virtié 4 Maria en un nuevo sér, en todo semejante al que: tenia en sus brazos; enténces fué arrastrada en el huerto, en las calles y plazas; enténces fué herida su mejilla y mesada su hermosa cara y-cabellera; enténees cayeron sobre Ella cinco mil azotes, mil bofetadas, mil sarcas- mos 6 improperios; enténces los clavos horadaron sus manos , las espinas su cabeza, la lanza su costado ; ; ah! Ya que el amante de su corazon no hablaba, delined su semejanza 6 hizo su retrato para conservarlo en su cora— zon, y no respirar sino por sus heridas. No es este el momento de oir atin la voz dolorida de laangustiada Madre. Maria no habla; esta en un éxta- sis profundo; esta contemplando al Hijo difunto. Nome tacheis de atrevido si me aventuro 4 levantar el velo del santuario de su corazon. ,Qué piensa Maria en aquel trance? ; Ah! Su iimaginacion vuela, y ora esta en Naza- reth, ora en el templo, ora en Belen, ora entre las tur- bas hebreas ; contempla lo pasado, registra escenas anti- guas, quiere recordar hechos que ya no existen. Las pro- mesas halagiiefias del Emperador celestial, los: canticos melodiosos de los angeles en el nacimiento de su Hijo, los dones y adoraciones de los Reyes del Oriente, las ala- banzas del sacerdocio y de la profecia con que resoné el templo augusto, son la primera idea que se objeta 4 la Madre desgraciada; en’seguida se le presenta el cuadro de las bellezas de su Jesus en la infancia; aquella frente noble y serena como el firmamento; aquellos ojos como luceros, llenos de amor; aquellos labios de carmin; aque—

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