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SERMON PANEGIRICO | SOBRE LAS ANGUSTIAS DE MARIA SANTISIMA EN LA MUERTE DE SU HIJO. } Recedite a me; amare flebo ; nolite incumbe- re ut consolemini me. Dejadme sola; lloraré con amargura; no os 9 empeiieis en darme consuelo, jSagradas melodias! ; Canticos de sublime inspiracion! ;Armoniosos himnos que haceis del augusto recinto un trasunto ligero de la mansion celestial ! ;Por qué venis 4 turbar con vuestros dulces acotdes el profundo silencio que reina en nuestros corazones? El firmamento esta en- lutado, la naturaleza mustia,; el sol ha trasmontado, la luna asoma por Oriente cubierta de negro crespon , las es- trellas no vibran, el cielo no tiene su frente serena, el » mundo todo esta profundamente aletargado con el dolor y pena que le ha causado una horrenda catastrofe. ;Ahf Alejaos siquiera por unos momentos; no. llerfeis los aires con vuestro ruido concertado; dejad oir los ecos de una voz dolorida que despedaza el corazon de cuantos la oyen. Es la voz de una mujer desdichada. 4La ois, mortales? ;Ah! Es su acento como el de la tértola que en el horadado tronco gime en tétrica soledad; al par que sus tristes sollozos, brotan de sus ojos torren- tes de agua cristalina que riegan dos hermosas mejillas, 4 semejanza de la limpida fuente que en hérrida soledad brota de entre peiiascos de blanco alabastro ; junto 4 esta 4