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nidad recibe del hombre, y que ésta exige imperiosamente por derecho de justicia; pero gqueda acaso satisfecha la fé del hombre creyente con el culto de adoracion interior? No. gQuedan cumplidas con solo este culto las miras que tuviera el Omnipotente al sacar de Ja nada la criatura ra- cional? Tampoco, Vamos 4 la cuna de la humanidad, y encontramos al justo Abel, que aflade al amor puro de la Divinidad, al culto interior, el exterior de las oblaciones y _ sacrificios, y oimos al paso la voz terrible con que Dios condena los sacrificios-de Cain, porque, como afirma el divino Pablo, no estaban acompafiados de una fé pura. No hay que dar un paso mas en la historia para comprender que es una voluntad expresa del Criador el eulto exterior que debe ofrecerle la criatura racional; queria Dios que se le alzasen altares, que se le erigiesen tabernaculos, que se le consagrasen templos y basilicas; pero pasmémonos, hermanos mios, y adoremos al Dios amantisimo que quiso agregar el hombre 4 su misma omnipotencia, para que realizase, como hijo predilecto, los grandes planes de grandeza y de honor que El premeditara. Este mismo Dios, que con una leve insinuacion sacé de la nada tan porten= tosa obra, no ha querido hacer uso de su omnipotencia en Ja ereccion de esos monumentos religiosos que estan apos- tandoselas con los siglos destructores y rivalizando con su duracion. gSabeis lo que ha hecho Dios en todo esto? Inspirar. gSabeis lo que han hecho los hombres? Seguir los impulsos de las inspiraciones divinas. Si: desde Moisés, Beseleel y Saliab, hasta David y Salomon, no se erigiera tabernaculo, altar ni templo en que no encontremos puestas como en rivalidad las inspi- ' Tacionés por parte de Dios y la ejecucion por la del hom- bre, El primer templo que se ha erigido & la Divinidad fué el tabernaculo fabricado 4 las faldas del Sinai; y cau- sa admiracion el ver lo que ocurriera en aquella ocasion: apénas el caudillo manifiesta al pueblo los proyectos que