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es la primera verdad que nos enseiia el Espiritu Santo por boca de Simeon, y la segunda no tengo que repetir- la, amados mios, pues bien sabeis que si en Jesus se es- trellé la rebelde sinagoga y el licencioso paganismo; si Jesus fué ocasion de ruina para los herejes x los ineré= dulos; si Jesus yencié al mundo que no quiso seguir su doctrina, tambien se levantaron almas innumerables , y corrieron tras el suave olor de sus virtudes; tambien sa- beis que este Jesus, semejante 4 un guerrero ilustre por ‘sus hazaiias y afamado por sus victorias, elevd su sagra- da bandera, y vinieron 4 prestarle juramento de fideli- dad los Emperadores y Reyes , los grandes y los peque- fos, los pobres y los ricos , los nobles y los plebeyos, los nifiosy los ancianos, formando con ellos un ejército de escogidos, que a su rededor le tributan homenajes de amor y reconocimiento, porque fué muerto y los redimié - con su sangre, eligiéndolos de toda tribu, lengua y na- cion , y elevandolos de la miseria del pecado & Ja digni- dad de ciudadanos del cielo: Positus est hic in ruinam et resurrectionem multorum. 5 Siendo esto asi, conformemos nuestras okies con nues- tra. creencia, para que no se destruya por nuestra culpa el fruto de aquella sangre derramada para darnos vida. Jesus es principio y fuente: de donde manan las aguas de la gracia con que nos santificamos; pero si nosotros no abrimos nuestro corazon 4 este Esposo de nuestras al- mas, todo se destruye; si, como £1 mismo lo afirma en los Cantares, le abrimos la puerta cuando nos llama , en- trara y cenara con nosotros; pero si no, se ird y nos abandonara; temblad, pues, scoatines. ate Jesus se pre- senta hoy al templo 4 ofrecer su sangre, que ha de cor— rer 4 torrentes un dia por vuestro amor; sila despreciais, esta sangre, que clama mejor que la de ‘Abel, esta sangre que esta pidiendo misericordia, reclamara contra vos- otros todos los rigores de i justicia divina. Pero vos- TOMO II. 7

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