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bilidad que nos hace sucumbir, debilidad que nos aterro- _ - riza cuando estamos al frente del enemigo. Pero Jesus va 4 vencerla, y con su victoria la nuestra quedara robuste-. cida, y no temera entrar en lid con el demonio. Si: la imaginacion de Jesus es el mayor enemigo que tiene en el huerto, y ella sola va 4 atormentarlo mas er todos los sayones juntos. _ No bajara del cielo el Verbo eterno sino para morir; no nacié sino mirando al Calvario, como 4 su ocaso; se- mejante al sol, que al rayar en el horizonte saluda ‘geka. mero 4 las encumbradas colinas, Jesus no aparece en Belen sino fijando su vista en la sagrada cima del Calvario, donde ha de espirar; jamas aparta sus ojos de este lugar de sus ignominias ; era este monte como esos volcanes gigantescos 4 cuya cima pretende subir el via= ' jero; 4 lo léjos son extremadamente hermosos, por la blanca cabellera de las nieves, y por la variada hermo- sura de sus vérlices cubiertos de drboles de muchos si- glos; pero al llegar 4 su subida, se hiela el corazén, tiem- blan los hombres mas herdicos al tener que atravesar tantas hondonadas y trepar por horrendos precipicios, que antes se les ocultaban por la gran distancia. Jesus ha mi- rado siempre 4 este monte en cuya cuspide ha de blandir la bandera de la victoria; pero al acercarse el momento decisivo, El mismo tiembla por los obstaculos que tiene que vencer antes de subir; y se horroriza de los tormen- tos que ha de pasar antes de dar fin 4 su gloriosa empresa. Entremos por un momento en el alma de Jesus, y vea- mos sus pensamientos; por una parte se le representan todos los denuestos , afrentas, escarnios , azotes, espinas y clavos que ha de sufrir, y la cruz ignominiosa en que ha de espirar; por otra contempla que gravitan sobre sus hombros los pecados de todos los hombres; por otra prevé que su sangre, derramada con tanta liberalidad, no ha de reportar todos los frutos que se podia esperar: | 4 5 ;

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