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tiene fuerza para comprenderlos, pero la revelacion nos da luz suficiente para entender de algun modo estas _ Mnaravillas. — «Dios , dice el Profeta-Rey, habia jurado & su Hijo desde la éterifidad, asegurandole que era Sacerdote eter- no.» Juravit Dominus, et non penitebit ewm ; tues Sacer~ dos in eternum. Este sacerdocio era una propiedad inhe- . 4 rente al Verbo divino; mas las funciones de este sacer- docio y la victima de este sacerdote tenian que ser ejecutadas las unas y tomada la otra de otra naturaleza, para que hubiese en la misma persona parte superior y parte inferior, naturaleza divina y naturaleza humana; de tal modo, que habiendo estas dos naturalezas en la misma persona , Dios era hombre, el hombre era Dios. Dios, que por su naturaleza es inmortal, no podia ofre- cerse 4 la muerte, no podia ser inmiolado ni consumido, como lo exige toda hostia; pero este Dios es hombre, este hombre es ofrecido, es muerto, es inmolado, y al mismo tiempo es ofrecido, es sacrificado y muerto el mismo Dios. El Sacerdote eterno, gpodia tomar de entre los séres criados una victima agradable 4 los ojos de su ‘Padre? No, pues no tenian valor suficiente para aplacar su justicia infinita, vilmente ofendida por los hombres; tiene, pues, que presentarse 4 si mismo por hostia del sacrificio. ,Y podré esta naturaleza individual tener mé- rito para apaciguar la eterna justicia? Sin estar unida a la persona divina, ninguno tendria; la naturaleza huma- na podia ser inocente como un nifio, pura como un sol; pero ella por si sola nada podia para la redencion del mundo. Pero esta misma naturaleza obtiene un mérito infinito desde el momento en que se une 4 ella el Verbo divino: muere el Hombre, y esta muerte tiene un valor infinito , porque la persona divina se lo da, porque muere Fl y muere Dios. Asi se cumple sin contradiccion que el Verbo divino

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