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que regaron aquellas plantas que iban a hollar la sangre de un Dios? Pero joh ingratitud diabélica! ; Oh dureza es- pantosa de corazon! Jesus pierde tiempo en hacer bien & su mayor enemigo, porque éste esta obstinado: y habiendo Hlegado al extremo de la maldad, menosprecia cuanto se ‘haga en beneficio suyo. Zmpius, cum in profundum vene- #it peccatorum, contemnit. (Prov., xvi.) Pero esta obsti- nacion de Judas, el silencio que guarda, son un testimo- nio de que Jesus ama tiernamente a sus enemigos, y de que para este amor no hay distincion de Apéstol fiel a Apéstol traidor, de discipulo humilde 4 discipulo alevoso; no es posible ya que las humillaciones de Jesus ablanden el corazon de Judas; sus lagrimas no sirven para su con- version, pero sirven para instruirnos 4 nosotros; sirven para ensefiar 4 los hombres que sdlo el amor de Dios y del projimo puede cimentar y conservar en ellos la Religion; sirven para decirnos cual ha de ser nuestra conducta con los amigos y con los enemigos. j Qué deseos no tenia Je- sus de encender este fuego del amor fraternal en los co- razones helados de los hombres! Habia bajado del cielo con el objeto de abrasar la tierra, y jqué anhelos tenia de que ardiese! Jgnem veni mittere in terram, et quid volo, nist ut accendatur ? Asi es, amados mios; estaba este Legislador divino 4 punto de sancionar la ley del amor, y el lavar los piés 4 sus discipulos era el preliminar de esta sancion; los truenos y los relampagos, el sonido de la trompeta, fue- ron los anuncios de la publicacion de la ley escrita en el Sinai. Alla se les anunciaba la presencia de un Dios ter= rible; aqui las humillaciones del Legislador son el apa-. rato que precede 4 la proclamacion de la ley de gracia, y sus postraciones 4 las plantas de Pedro y los discipulos fieles, sus lagrimas y suspiros 4 los piés de Judas, nos descubren 4 un Dios amable, 4 un Dios amoroso, 4 un Dios que ha sofocadoen el seno de su misericordia todas
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