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fariseos con estas palabras: «El primer mandamiento es: amaras 4 tu Dios con todo tu corazon, con toda tu alma y con todas tus fuerzas; el segundo, amaras 4 tu préjimo como 4 ti mismo;» y este mandamiento es semejante en todo al primero, porque estén tan intimamente unidos, que no es posible amar 4 Dios sin amar al prdjimo; y asi es que el mismo Salvador dice que éstos son los dos qui- cios donde estriban toda la ley y todos los Profetas. Pero es nuevo, porque la Majestad infinita, enamorada de la bajeza humana, se postra 4 sus piés; es nuevo, porque desde el principio del mundo hasta aquel momento no se habia visto un amor tan excesivo; es nuevo, porque Je- sus nos ensefia con su ejemplo que no sdlo hemos de amar 4 nuestros hermanos, sino 4 nuestros enemigos los mas encarnizados, y nos dice que nuestro amor ha de | ser tan grande y desinteresado, que no dudemos derra- mar nuestra sangre y dar la vida por aquellos mismos que maquinan nuestra muerte; y por eso dice que nos amemos unos 4 otros, del mismo modo que fl nos amé: Sicut dilexi vos, etc. # La malignidad humana hubiera podido dudar de que el amor de Jesus llegaba 4 este extremo; pues es tan atre- » vida, que se ingiere 4 examinar aun las cosas que se es- conden 4 su débil vista. Tres alos hacia que Jesus era la persona mas notoria en la Judea, cuya doctrina y mila- _ gros llamaban la atencion del publico , y cuya vida y ac- ciones manifestaban una virtud divina; muchas veces fué buscado por sus émulos para ser precipitado y muer- to; otras tantas lo quisieron apedrear, y siempre se les escapé de entre las manos; habia reprendido publicamen- te la hipocresia, la avaricia y otros vicios que ocultaban los fariseos, y esto le granjed un ddio mortal; veia esto el pueblo, mas no podia ver el corazon de Jesus; lo vid perseguido, y cuantas veces se evadidé de las manos de los judios perversos, pudo creer que el escaparseles Jesus igi lu ; a “