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— 454 ; de amor y de temor, mas terror le causé la idea de poder perder 4 Cristo, que asombro tuviera de ver 4 Dios hu-, millado 4 sus piés, consintiendo en lo segundo por no verse expuesto 4 lo primero. (Augustin., tractat. Lvi in Joan.) Es claro y evidente que la humildad sin la obediencia no sera virtud agradable al Sefior; porque si Pedro, que por humildad no permite que su Maestro le lave los piés, oye de la boca de este mismo Maestro una sentencia tan terrible como la de verse privado de su amor, prue- ba es evidente que Dios no agradece ninguna obra, por virtuosa que aparezca, si no tiene su fundamento en la obediencia pronta y ciega 4 su voz. A nosotros no nos pertenece examinar lo que Dios nos propone para que ereamos, ni hemos de pretender comprender el por qué de cuanto Dios nos manda hacer. Lo que El quiere es que obedezcamos com presteza y alegria, pues asi seremos verdaderamente humildes; obrando de otro modo, sere- mos tan desgraciados como Saul, y nos expondremos, como sucede 4 los herejes é incrédulos, 4 no tener par- te con Dios. Temamos, pues, si por haber parecido que una sola vez se queria apartar Pedro de la obediencia debida 4 su Maestro, y esto no por negligencia 6 sober-' bia, sino por humildad, se le dijo que, persistiendo en su parecer, no tendria parte con El. (Basili, in Reg., n. 233.) ,A qué sentencia tan terrible no nos exponemos nosotros con tantas desobediencias formales, hijas del orgullo, que cometemos cada vez que ofendemos 4 Dios? Lloremos amargamente lo pasado, y precavamos el por- venir si queremos salvarnos. 3.° Habiendo cedido Pedro 4 las érdenes de Jesus, Este le lavé los piés, haciendo otro tanto con los dem4s Apéstoles, sin exceptuar 4 Judas; y concluida esta hu- milde accion, tomé sus ropas, y sentdéndose 4la mesa, dirigié 4 sus discipulos este razonamiento: «jSabeis lo

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