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\ a ' i i fh i las criaturas, sefial es que esta virtud es la hermana in- separable del verdadero mérito, asi como el fundamento de todas las virtudes. Asi es, alma cristiana; el que se humilla sera ensalzado, y el orgulloso sera abatido. Por tu ‘propio bien, por tanto, debes humillarte siempre contra el polvo, y sujetarte 4 toda humana criatura por amor de Dios, y mucho mas ante este Dios de quien re- _ ¢ibes la vida, la gracia, y de quien, si perseveras en la humildad, tendras tambien la gloria. . '2.° Entre los discipulos de Jesucristo ninguno habia obtenido un conocimiento tan perfecto de lo que era su Maestro como Pedro; cuando, dirigiéndose 4 todos, les pregunté Jesucristo qué concepto tenian formado desu persona, Pedro contesté, lleno de fé ydeamor, que Klera el Cristo Hijo de Dios vivo; respuesta que puso en suanimo el mismo Dios. (Math,, cap. xvi, vers. 16.) Conocida la dig- nidad infinita del Maestro, el discipulo comprendia cuanta era su propia indignidad , pues alguna vez llegé 4 suplicar & aquél que no se le acercase, porque nolo merécia por sus pecados. (Luce, cap. v, vers. 8.) Viendo, pues, 4 Jesys en actitud tan humilde, y aprestandose 4 lavarle los piés, su espiritu se llené de santo terror, creyendo que aquella humillacion no podia caber en tan inefable grandeza como era la de Jesus ; asi le dice lleno de asombro: «j Se- fior! 4Tu me lavas 4 mi los piés?» Y en vano Jesucristo. le dice que si se resiste es porque no comprende la accion misteriosa, que despues entendera; pues Pedro, con una resolucion fuerte, pero sugerida por el conocimiento de su indignidad y de la grandeza inmensa de su Maestro, le contesta que «jamas permitira que le lave los piés. » (S. Giprian., Serm. de Ablution. Petr ) jCuanto nos ensefia Pedro con esta humildad! Si he~ mos de pretender agradar 4 Dios en nuestras obras, he- mos de empezar por conocer nuestra nada y miseria, y que somos al lado de Dios ménos que un &tomo compa-
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