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para ejecutar upa obra de tan profunda humildad como. era la de lavarles los piés , les dijese que nadie se movie- ra. Y estando asi sentados, hé aqui que el amable Jesus, llevando en sus manos la palangana, se acerca al primero: de sus discipulos, y arrodillado ante él, empieza 4 lavar- le los piés, y concluido que hubo con el primero, des— pues de haber mediado entre el Maestro y el discipulo. palabras de asombro, de humildad, de ensefianza y de amor, fué haciendo lo mismo con los once Testantes, sin. ‘ exceptuar 4 ninguno. ginar que habia de llegar el caso en que el Hijo del Al- tisimo se arrodillase ante el hombre miserable, para la- varle los piés con sus sagradas manos, para enjugarlos, para besarselos, y quizds para regarlos con sus lagrimas? — Asi es que tan pronto como Pedro vid la accion, se asombré y quedé aténito. ,Quién no se asombraria al ver en actitud tan humilde al Hijo de Dios? ( Agustin, tract. tvt in Joan.) Para comprender en cuanto nos sea posible la intencion de este acto humildisimo, es preciso fijar bien nuestra atencion sobre ese personaje que se ha. despojado de sus vestiduras y cefiidose de una toalla po- bre, como si fuera un siervo. Es el esplendor de la gloria del Padre, la figura de su sustancia, el que lleva todas las cosas con la palabra de su virtud (Hebreor., cap. 1, vers. 3);'es el Rey inmortal de los siglos, el solo pode- roso y eterno. Con razon el Evangelista, antes de describir este admirable rasgo de humildad, dice que sabiendo Jesus - que tenia un poder soberano sobre todas las cosas, que habia salido de su Padre igual y consubstancial 4 £1 por la generacion eterna, y venido al mundo por su encarnacion como hombre, y que volvia 4 Dios para sentarse en el, cielo 4 su diestra; esto no obstante, aunque colmado de: gloria, sublimado sobre los querubines que le sirven de. * ee i Espectaculo’sublime ! éQuién se hubiera podido ima- ; F4 cee ey Be fe
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