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feat 145 oir los mandatos de los hombres cuando se oponen a la gloria del Sefior. Los principes de los sacerdotes y los. fariseos habian dado drden que cualquiera que supiese dénde estaba Jesus, lo delatase inmediatamente 4 la au- toridad, para. echarle mano. (Ioan., cap. x1, vers. 56.) Este hombre 4 quien el Redentor se dirige , ni teme las amenazas de los malos pontifices, ni mira 4 las conse- cuencias que le podria acarrear su condescendencia : al contrario, no se contenta con darle su casa, sino que la ae y hermosea como para recibir & un principe, y le _ cede lo mejor de ella, haciendo poco caso, como dice el -Criséstomo, de la ojeriza y encono que los magistrados de la ciudad tendrian contra él. (Homil. 82, in Math.) Pero entendamos que por mucha que sea la virtud de la gracia, no vendria 4 nuestro corazon el Redentor si nosotros no le abrimos la puerta, prestindonos gustosos 4 sus inspiraciones. Jesus llama, pero no encadena 4 na- die; Jesus-mueve nuestros corazones, pero no entra en ellos por fuerza. Se llega & la esposa, y la dice: «Abreme, hermana mia, porque mi cabeza esta llena del rocio de la’ noche, y mis cabellos estan empapados de humedad.» (Cant. Canticor., v, 2.) Y la esposa, esdecir, el alma, no quiere abrirle por no mortificarse un poco, prefiriendo la comodidad y el regalo sensual al amor y la visita de Je- sucristo. gY qué sucede? Que la gracia se va, y perdida - una ocasion, no sabemos cuando vuelve; porque no da Dios sus tesoros 4 quien los mira con tan poco aprecio; al contrario, muchas veces se los quita. (Math., xxv, 29.) El alma que abre a Jesucristo cuando la llama, le da cuanto tiene con toda espontaneidad; si le ha ofendido antes, llora con amargura, y se purifica para que habite en, ella.el Esposo divino, jurandole ser fiel en su amor para siempre; enténces Jesus celebra su Pascua en esta alma, fortificandola con su gracia, santificandola con sw presencia, alimentandola con su amor y diciéndola que, TOMO I. rT) ‘“:

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