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: 7_ Ss ; Ah! No sélo somos ingratos hacia Jesus y su Madre, sino que somos crueles con nosotros mismos , buscando nuestra perdicion en la dureza de nuestros corazones. jAngeles santos , cielo, tierra y cuanto hay en la crea- cion , alabad y bendecid 4 tal Hijo y a tal Madre por el amor que tienen 4los hombres! Yoos alabo, Jesus mio, y quiero bendeciros por toda la eternidad. ’ MEDITACION I. Sobre la ditima cena de Jesucristo. 1.” Habia dicho Jesucristo 4 sus discipulos (Math., cap. v, vers. 17) que no habia venido 4 abrogar la ley; sino & darla cumplimiento; asi es que se sujeté hasta 4 la ley de la cireuncision , como si fuera. pecador. Man- dando, pues, Ja ley que todo judio adulto celebrase la. Pascua en memoria de haber sido libertados los primogé- nitos hebreos del exterminio, Jesucristo cumpli6 con esta - sagrada ritualidad ; mas aquel corazon amante de los hombres tenia un vivisimo deseo de -celebrar la Pascua que iba 4 cerrar la era de las figuras y sombras , y abrir la de la realidad y la luz, manifestandoselo asi 4 sus dis- cipulos, diciéndoles estas palabras: «Con vehemente de- seo he suspirado por comer esta Pascua con vosotros.»» (Luce, cap. xx, vers. 15.) Prescribia Dios que esta Pascua se hiciese asistiendo 4 la cena del cordero con haldas en cinta, bordon en la mano y sandalias en los piés, para manifestar que era en tiempo de premura y de viaje cuando se instituyd, y que era el paso 6 visitacion del Sefior. Era, por lo tanto, la Pascua de los judfos la conmemoracion del cambio que efectué Dios en ellos de la esclavitud de Egipto 4 la li- bertad del pueblo de Dios; y tanto este transito como la préxima sumersion del ejército de Faraon en las aguas

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